Me llamo Bekur y nací en Etiopía, tengo un hermano más pequeño que yo y a los dos nos han adoptado.
Llegamos a España con bastante miedo, nunca antes habíamos salido de nuestro país y nunca conocimos nada más que nuestro entorno. No conocí a nuestro padre y nuestra madre estaba muy enferma y siempre estaba tumbada, yo no la recuerdo con salud. Por eso desde que era muy pequeño yo me encargaba de cocinar en una gran olla, tengo muchas cicatrices en el cuerpo porque se me caía con frecuencia y me quemaba la piel. Mi hermano pequeño se encargaba de cuidar el pequeño rebaño que teníamos. Nuestra madre ha muerto.
Nos ha adoptado a los dos juntos una familia española, un padre y una madre, ella sabe hablar un poco de amhárico y me hace gracia escucharla.
Ya llevamos casi dos años en España y estoy contento, mamá y papá son muy divertidos y cariñosos. Mamá me llama "mi hijo bueno" y a mi eso me encanta. Me gusta cómo canta y cómo acaricia mi piel con sus manos blancas. Siempre dice que le encantaría haber tenido nuestro color en su piel, que es precioso, que parecemos estatuas de ébano. Es muy graciosa mamá.
Con papá hacemos muchas cosas, pero lo que más me gusta es cuando nos lee cuentos por la noche y nos explica la historia de nuestra adopción. Ha hecho un libro con fotos y recuerdos y salimos todos en él. Me gusta verlo todas las noches y que él nos explique una y otra vez cómo nos estaban esperando y tenían tantas ganas de que llegáramos a casa.
Recuerdo los primeros meses, cuando llegamos y no entendíamos nada. Mi hermano es más tímido y se escondía siempre detrás de mi, a él le costó más estar a gusto porque siempre era yo el que iba por delante. Por las noches durante varias semanas éramos incapaces de dormir en nuestras camas, era muy diferente a lo que conocíamos, estaban demasiado altas y estaba todo muy oscuro. Muchas noches nos tumbábamos en el suelo, sobre la alfombra y así acurrucados podíamos dormir mejor.
Todo el mundo sonreía al vernos, vinieron muchas personas al principio, traían globos y carteles y gritaban mucho. No entendíamos muy bien porqué se comportaban así, todos nos tocaban y apretaban la cara, también nos daban besos que hacían mucho ruido. Luego supimos que todo aquello era para darnos la bienvenida.
Tuvimos dolor de tripa bastante tiempo, mamá decía que teníamos bichos y fuimos varias veces al hospital. yo pensaba que era por la comida, que era muy diferente a lo que tomábamos antes, pero no, eran los bichos esos.
Mamá dice que tenemos un problema con mi edad, que no tengo ocho años, que por lo menos 11, que lo ha mirado un médico y que está seguro. Dice que no sabe qué va a pasar con el colegio y que a lo mejor tengo ir a clase con niños de 11. Yo no quiero ir, mis amigos tienen 8 años y bastante me está costando entender las cosas de mi curso como para ir a uno de mayores. Espero que mamá y papá lo arreglen.
Cada vez me cuesta más acordarme de Etiopía, pero mamá y papá dicen que tengo que seguir yendo a clases de amhárico los sábados por la mañana, que no debo perder todo lo que sé y que son mis orígenes. A mi eso me da igual, yo prefiero ir el sábado a jugar al futbol.
Por las mañanas me despierto con una sonrisa, mamá dice que soy el niño más feliz que ha visto en su vida y que soy "su hijo bueno".

Comentarios
Publicar un comentario
Comentario pendiente de moderación. Gracias