Son muchos los padres que asisten con preocupación al momento en que un médico les comunica que su hijo padece SAF. Unas siglas que antes no se escuchaban en España y que poco a poco se están convirtiendo en algo más habitual de lo que nadie quisiera.
El Síndrome Alcohólico Fetal es la expresión más grave del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal. Los niños que lo padecen es a consecuencia de la ingesta de alcohol de la madre durante el embarazo, afectando seriamente a estos niños en el periodo de desarrollo fetal. La cantidad de alcohol ingerido así como la etapa en que se consuma incidirán directamente en la gravedad del trastorno y por tanto en la sintomatología de los niños.
La mayoría de los padres adoptivos no detectaba nada especial en los niños más allá de su comportamiento, algunos comentan que ya en el viaje al conocer a su hijo observaron alguna peculiaridad que les hizo saltar las alarmas, pero el deseo de ser padres, la larga espera y las explicaciones de que con buena alimentación y cuidados todo se superaría, les animaba a continuar adelante y culminaran su proyecto de adopción de un menor.
Los menores procedentes de la Federación Rusa y de otros países del Este podían llegar con esta patología sin que hubiera sido detectada en el país y por tanto sin que los padres tuviesen conocimiento de que se enfrentarían a la adopción de un menor que presentaba dificultades irrecuperables. Desde hace tiempo es obligatorio que los padres comuniquen fehacientemente que conocen la posibilidad de que su hijo adoptivo presente dicho síndrome, al dirigir su ofrecimiento a alguno de los países donde se da con mayor probabilidad.
Habitualmente los menores adoptados en la Federación Rusa aportan unos informes médicos muy detallados donde se describen multitud de problemas que presentan los niños, como hidrocefalia, bajo peso, problemas de coordinación motora, etc.
Los niños que padecen SAF suelen no presentar rasgos físicos que denoten un problema, son niños aparentemente normales pero que presentar graves alteraciones del comportamiento como problemas para mantener la atención y concentración, irritabilidad, hiperactividad, falta de control de los impulsos, tricotilomanía, graves problemas para relacionarse con sus iguales, agresividad, dificultad para el aprendizaje...
Para los padres adoptivos se trata de un importante problema para el que en muchas ocasiones no estaban preparados, ya que su ofrecimiento adoptivo no iba dirigido a niños con necesidades especiales y se sienten engañados en el proceso. Deben destinar grandes recursos para ayudar a sus hijos en el desarrollo de sus habilidades sociales, en el manejo de la ira, en sus signos de TDAH, en la concentración, memoria, habilidades motoras, etc
Por otro lado descubren un mundo de incomprensión, ya que el comportamiento de sus hijos no es bien tolerado por niños, adultos y educadores, aumentando el aislamiento y la frustración de las familias. Con la angustia asociada de enfrentarse a un trastorno que a día de hoy no tiene cura.
Finalmente es destacable que los menores según van creciendo añaden a sus problemas el conocimiento de que nada de lo que lo que les ocurre sucedería si su madre biológica no hubiera consumido alcohol durante el embarazo. Los sentimientos que este hecho, injusto, supone para ellos agrava aún más la impotencia con la que tienen que vivir su problema.
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